Reflexión sobre el Módulo 1.

2/6/2020


La reflexión personal que paso a exponer se centrará en el que, bajo mi punto de vista, sigue siendo el escenario donde todavía a día de hoy la desigualdad campa a sus anchas: el ámbito publicitario. Nos pasamos el día recibiendo publicidad, quizás en los últimos tiempos, no tanto a través de la televisión, pero cada vez más intensamente en las redes sociales. Se calcula que una persona recibe de media, al día, unos 3.000 impactos publicitarios. Con este planteamiento inicial quiero decir que la publicidad es una herramienta magnífica que tenemos en nuestras manos para poder educar en igualdad y llegar a un público amplio, desde niños y niñas a personas adultas.

Sin embargo, aún cuesta entender alguna campaña publicitaria actual, que teniendo el potencial de hacer todo lo contrario, sigue dando muestras de un machismo ancestral, que ya debería de estar superado.







Este ejemplo es del año 2006. Es de un mal gusto innegable. Sitúa a la mujer como objeto sexual y meramente propagandístico. 


En este otro, de la campaña publicitaria para el Día de la Madre de El Corte Inglés del año 2019, no se hace referencia alguna a los atributos físicos de la mujer pero el machismo se aprecia al dejar al descubierto esa capacidad, tradicionalmente atribuida a la mujer, de ocuparse de las cuestiones del hogar, familiares, y todo ello con absoluta sumisión.
                                     
                                
                                                         El Corte Inglés expedientado por su campaña de publicidad del Día ...


En ambos ejemplos, aprecio la desigualdad en el simple hecho de constatar que nunca se usaría la figura ni la anatomía masculina con la intención con la que sí se está empleando la femenina. Cuando se celebra el Día del Padre, no ensalzamos su figura como la del miembro de la familia que lleva el peso de la casa, sin expresar ninguna queja, sino con otras connotaciones, evidentemente influenciadas por los estereotipos y roles de género tradicionalmente asignados por la sociedad al hombre y la mujer por el simple hecho de serlo.

Vuelvo a reiterar que la publicidad nos llega a todos y todas, de una manera u otra, y, por ello, creo que deberíamos aprovechar su enorme potencial como elemento educador y transmisor de valores como la empatía, la igualdad y la sororidad.

Por eso, para terminar, quiero dejar el ejemplo de una campaña publicitaria que no utiliza a las mujeres, sino que las ensalza y se centra en ELLAS.




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